Implantado sobre un terreno ganado al mar, símbolo de la renovación urbana de la Barceloneta, esta obra de Ricardo Bofill se alza frente al Mediterráneo tal la vela de un barco.
Su fachada reflectante de vidrio plateado multiplica los reflejos según la luz ambiental y el punto de vista, mimetizándose con el mar y el cielo.
Este edificio de 26 plantas es un hotel cinco estrellas y cuenta con 473 habitaciones, un spa de 700 metros cuadrados divididos en dos plantas, dos restaurantes, un elegante bar en la última planta, un espacio business y dos piscinas.
Sus interiores fueron especialmente concebidos para una marca personalizada muy específica, pero logramos crear interiores donde el enfoque principal fue validar las vistas excepcionales y privilegiadas de la ciudad y el mar.
En la planta baja, un vestíbulo se eleva hacia arriba, mientras que los bares y restaurantes disfrutan de terrazas con vistas a Barcelona y sus playas.
Las habitaciones son una oda al diseño de vanguardia y al confort total, con baños semiabiertos y camas centrales frente a las vistas, los sofás apoyados en la pared de cristal, desafiando las alturas. La combinación de colores neutros son el marco perfecto para las vistas perfectas, la virtud esencial de las habitaciones.
En la penúltima planta le propusieron a Ricardo crear un apartamento a su criterio, y él me lo confió. De madera, con muebles de diseño como la bancada doble de Gaudí, algunas obras de arte y con su primer boceto del proyecto a gran escala.
Los pasillos rojos añaden dinamismo y vitalidad a la circulación y contrastan maravillosamente con el azul del mar o el cielo, que aparecen en ambos extremos de los pasillos.
