En la década de 1990, unos clientes suecos muy amables le regalaron a Ricardo Bofill una sauna y decidimos instalarla en la parte superior de la residencia principal, en el jardín de la azotea.
El bungalow de acero corten y vidrio fue concebido como un espacio totalmente lúdico. El gimnasio revestido de madera de teca, con espejos y grandes ventanales que se abren al verde exterior, con hammam y sauna.
Las vistas espectaculares, con atisbos del edificio Walden 7 y las escaleras de los silos de Fabrica, le dan a este espacio unas cualidades mágicas.