En el último altillo libre, en lo alto del Taller, decidimos en el 2009 hacer una suite que literalmente levitaba sobre los jardines y la Sala Cúbica.
Rodeada por tres grandes ventanales, la cama doble ubicada en el centro del espacio contemplaba las fantásticas vistas durante el día y por la noche la iluminación de la Sala Cúbica y los jardines iluminados de noche le dieron un toque mágico y poético a la Polvera.
Por una estrecha escalera se accedía a ella y abajo, un baño vestidor tenía una ducha con unas vistas impresionantes al jardín de las Delicias.
Las paredes y los techos de cemento se dejaron con su acabado original y el suelo con una simple pintura blanca. Unas cortinas blancas envolvían la habitación enmarcando de noche el techo tal una obra de arte.
Este espacio íntimo es sobrio sin ser frío, pequeño pero espacioso, sin pulir pero elegante. Un lugar en el que ser uno mismo, sin distracciones.