Espacio de proporciones impresionantes, con más de 10 m de altura, la “Catedral”, como la denominó Ricardo Bofill, conserva la memoria de la antigua fábrica de cemento, con sus silos, tolvas y paredes de cemento ligeramente oxidadas.
En 1994 me pidieron que lo transformara en un gran salón de exposiciones y eventos.
Unas colosales cortinas procuran una acústica adecuada y con pocos elementos diseñados por nosotros acomodamos salones y lugares de trabajo.