En un emplazamiento excepcional, en un edificio emblemático de Ricardo Bofill de entramado de ladrillo rojo, recordando la más pura tradición catalana, este dúplex, contempla los atardeceres de Barcelona.
Desvanecerse para guardar su esencia y su fuerte identidad, este fue nuestro propósito y así respetar al máximo las primeras intenciones del arquitecto y poner en relieve los techos, las escaleras, los hierros forjados y todos sus detalles arquitectónicos.
Un ático dúplex en Barcelona de 200m² repartidos entre espacios interiores y terrazas con vistas sobre el oeste de la ciudad condal, donde la luz, con el paso de las horas, crea unas sombras y volúmenes llenos de poesía.
Un espacio atemporal, en el que los materiales evolucionan de forma neutra y natural, donde la prioridad son las luces y sombras creadas por la arquitectura.
En la planta inferior, se ubican las principales estancias de la casa, consiguiendo una accesibilidad completa a cada una de ellas, recogidas en un solo nivel. Los pavimentos de este nivel son todos en mármol blanco, ribeteado con juntas de latón, Incrustado en un perímetro de microcemento color hueso que se extiende en la terraza, aportando luminosidad y proyectando el salón comedor hacia el exterior.
Las paredes de estuco a la Cal semi-mate, son del mismo color y acompañan todo el recorrido.
El salón-comedor es un espacio semiabierto abierto a un balcón lineal, que filtra delicadamente la luz del atardecer. Unas mesas en mármol veteado especialmente diseñadas para este espacio hacen de contrapunto al suelo de mármol rigurosamente blanco. Una chimenea al eje de la pared principal, flanqueada por sofás Erasmo de Tobia & Afra Scarpa crean un espacio recogido y al opuesto, las sillas Gaudí rodean la mesa del comedor. En el centro se disimula que el ascensor accede directamente.
